Toni, también me regaló un pin de la Avellana
El pasado 29-11-08 hemos despedido a nuestro amigo Antonio Díaz Obeso (Toni el peluquero), que nos dejó de forma inesperada, cuando conservaba pese a sus 79 años, toda la ilusión del mundo por el trabajo de toda la vida y su hobby, la artesanía. Sin olvidar su archivo mental de su Piloña del alma y de La Piloñesa, el club de sus amores.
Su cordialidad y excelente memoria, te regalaban en cualquier ocasión que tuviera de compartir contigo su tiempo, la historia a pie de calle, tanto de este Infiesto que fue el escenario de su vida laboral y familiar, como de ese equipo casi centenario en el que desarrolló su buen hacer deportivo (La Piloñesa), que en aquellos años en los que jugaba Toni, solíamos llamar La Deportiva. Era un gran defensa lateral izquierdo, dotado de una gran pegada. Formó equipo en aquella Deportiva de la “Ruta del Oro” -casi un segunda división de hoy-, con su hermano Juan, Moncho Valdés. Titi, su hermano Ramón Rodríguez, Manolo Bermejo, Toño Alonso, Miguel Seoane, Felipe García, Jandri Estrada, Luis Calvo, Juan y Jorge Rodríguez-Noriega, Juan Luis del Valle, Fofi Valiente, Angelín Calvo, Miguel Carballerira, Antonio Argüelles, etcétera, en unos tiempos en que nuestro casi centenario equipo era tan nuestro como que casi todos sus jugadores eran de la cantera.
Se trataba de una persona muy hábil para los deportes, pues además de tantos años como titular de La Deportiva, estaba considerado uno de los mejores jugadores de bolos del concejo, recordando con mucha ilusión aquella feliz situación que vivió cuando viéndolo Poloncio I (uno de los mejores bolistas de Asturias de la época), jugar en la Bolera del Bar Estrada, le apostó 500 pesetas -que era mucho dinero para aquellos tiempos- a ver quien daban más veces a la línea de bolos de “la grande”, apuesta que ganó Toni. Lástima que cuando en una ocasión le anime a reanudar la practica de nuestro deporte autóctono por excelencia como son los bolos en su versión de cuarteada, debido a tantos años sin jugar y quizás también a los setenta y muchos que llevaba encima, tuvo problemas de salud, que le impidieron volver a tirar una bola. Fue una pena, pues además de haber aportado con su presencia su carácter cordial, nos hubiera enriquecido con su buen estilo bolístico.
Su tiempo libre, además de compartirlo con sus amigos en las tertulias de los bares de la calle del Quesu -escenario de su trabajo y de su ocio-, faltando muy pocos domingos al mercado de Cangas de Onís, lo dedicaba a la artesanía, sintiéndose especialmente orgulloso de una reproducción de la iglesia de San Juan de Berbío -de la que conserva una foto en esta especia de museo que era su peluquería-, que por cierto regaló a D. Demetrio para sortearla y recaudar fondos para la restauración del templo que se estaba llevando a efecto por aquellas fechas.
Cuando en la iglesia parroquial de Infiesto llena de familiares y amigos, se estaba celebrando su funeral de córpore insepulto y en la homilía que le ofreció nuestro párroco D. Manuel, entre otras cariñosas palabras de recuerdo de nuestro amigo Toni, comentaba que le había regalado un pín de la avellana, me vino a la memoria que hace algún tiempo también me regalo a mi un precioso pin de la avellana -¡y que avellana!- con la insignia de La Piloñesa. Estos obsequios que sin duda ofrecía Toni a sus amigos, no son como los regalos que te puede hacer cualquiera, adquiridos mediante su compra, es decir a cambio de euros. Los pins que te regalaba Tino, iban repletos de su tiempo, de su arte y de su cariño.
Siempre que tenía ocasión me recordaba las sabrosas tapas de caracoles o callos que preparaba mi madre -la mujer mas limpia del mundo- en el bar que teníamos al lado del cine, que más tarde se llamó Bar Covadonga, regentado por Manolo Fernández.
Su trayectoria laboral desde aquellos años de la primera mitad del pasado siglo en que trabajando de aprendiz en el garaje Sordía, para cubrir una vacante pasó provisionalmente a la peluquería de este misma empresa familiar, pero que como le gustó más la tijera que la llave inglesa, ya no volvió mas al taller; su traslado a la peluquería de un hermano de Luis Pelaez en Nava y su establecimiento por cuenta propia en la calle del Queso, han transcurrido más 65 años. Un largo recorrido laboral del que pocas personas podrán presumir en España, con el mérito añadido de haber sido uno de los mejores profesionales de la peluquería de Asturias. ¿No son suficientes motivos para conseguir que se le conceda la medalla del Mérito al Trabajo a titulo póstumo?.
Ahora Toni, debes seguir prestando apoyo a tu familia, ayudando desde allá arriba a que Orfelina tu esposa pueda superar tu ausencia, rodeada del cariño de tus hijas Carmen María y María Antonia y tus nietos Manuel, Carmen, Sergio y Julia y que el recuerdo de tu ejemplar trayectoria vital y de la sincera amistad que concitaste entre tantas personas, les atenúe la pena de tu partida.
Y que sigas con tu mirada acusadora como cuando alguno de tus clientes tardaba mas de la cuenta en cortarse el pelo -¿ seria que te traicionaba el subconsciente ?-, pues seguramente que los santos -que no sean calvos- que llevan toda la eternidad sin pasar por el barbero, necesitarán de tus servicios.
Un abrazo muy fuerte,
Publicado en La Crónica de Piloña.